Carlos Díaz: “El separatismo es insolidario porque aleja a los ricos de los pobres”
16-11-2006
El Institut Superior de Ciències Religioses de Lleida (IREL) organizó un seminario sobre Guillem Rovirosa, un ahora desconocido personaje que fue fundador de las hermandades obreras de Acción Católica. Uno de los ponentes fue el polémico filósofo Carlos Díaz. Todo un personaje.—
¿Cómo se puede ser anarquista y cristiano?
— De anarquista me queda el recuerdo, pero no porque me haya echado atrás. Sencillamente ya no hay anarquistas y me he quedado solo. Ahora sólo hay ácratas de medio pelo y yo no quiero compañeros de viaje de ese tipo. Pese a todo, creo que hay líneas del anarquismo muy estimables, al menos para mí, aunque se consideren una utopía.—
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
— No, pero ha desaparecido el anarquismo, el comunismo y el socialismo. Ahora sólo hay subrogados, que conservan los emblemas y los sellos de caucho, pero nada más. Si comparamos a los socialistas de antes y los de ahora nos daremos cuenta de que habitan bajo las mismas siglas, pero en diferente siglo.—
Hay desencanto en sus palabras.
— No hay desencanto porque, sencillamente, esta gente nunca me ha encantado. La defensa de la libertad y de la igualdad ha desaparecido. Hoy día sólo queda el individualismo y que se salve quien pueda. Pero en mi corazón cabe más, mucho más que en el de Narciso, que estaba enamorado de sí mismo.—
¿También ha perdido la fe en el cristianismo?
— De ninguna manera. Quien pierde la fe es porque nunca la ha tenido. Yo soy cristiano por la gracia de Dios y su reino pasa por la lucha, por la justicia y por el humanismo solidario. Mi patria es la humanidad. La patria no puede referirse al sitio donde has nacido, como si fueras una simple coliflor. Cuando la cultura se basa sólo en la herencia o en las costumbres se convierte en incultura porque pierde su esencia colectiva y plural.—
Hablando de este tema: ¿Usted acuñó el término Ex-paña?
— Sí, esa palabra es mía. ¿Cómo lo sabe?—
Procuro informarme, ¿pero a qué se refiere?
— Me refiero a que no existe España. Lo que queda de España son una serie de retales que cada uno utiliza para vestirse como quiere. Y eso pasa en Catalunya y en el País Vasco, pero también en Madrid, en Andalucía y en el resto. Es una forma de egoísmo. Hay comunidades que consideran que tienen más derechos históricos, y puede que sea así, pero yo creo que sólo se trata de un egoísmo más añejo. El egoísmo es insolidario y el movimiento obrero no tenía patria. Los cristianos no tenemos patria porque queremos que lo bueno llegue a toda la humanidad.—
¿El derecho a la autodeterminación de los pueblos es egoísmo?
— No, pero la autodeterminación debe ser solidaria. No puede consistir en desgajarse de los pobres. Si estudiamos bien la historia, comprobaremos que las secesiones siempre han sido de los ricos. Los pobres nunca han sido secesionistas o separatistas.—
¿Qué piensa del catalanismo?
— En el pasado hubo un catalanismo que compatibilizaba lo particular con lo universal. Entonces había seny y señores en Catalunya, pero todo eso se ha perdido y se ha podrido por peseteros.—
¿No es un tanto exagerado?
— Yo soy filósofo y tengo la mala costumbre de pensar y, por eso, cuando analizo los discursos de los políticos no veo más que enanos y personas ridículas, que no aportan nada. Todos están cortados por el mismo patrón, son productos mediáticos.—
Pero el cristianismo siempre ha estado íntimamente ligado al poder y a la política, ¿no es así?
— Eso son tonterías. Es verdad que en la edad media se produjo una expresión degenerada del cristianismo muy ligada al cesarismo político. Pero todo ha cambiado. Muchos cristianos vamos a ayudar en los países pobres de África o de Latinoamérica y allí no suelen estar los poderosos. Es cierto que hay zonas de la tierra donde la Iglesia está con los ricos, pero eso es una degeneración patológica, que Jesús no aprobaría. ¡Claro que hay acomodados dentro del cristianismo, pero eso no está en la entraña del Evangelio! Yo desprecio el dinero y, por contra, aprecio que la gente sea feliz. Soy cristiano, creo en la resurrección de los muertos y aspiro a la vida eterna y, mientras tanto, hay que trabajar y luchar.—
A usted lo expulsaron de la Cope por defender a Duran Lleida de Jiménez Losantos.
— A mí sólo me tiemblan las piernas donde me tienen que temblar, pero no en otro sitio. Duran Lleida me llamó por teléfono para felicitarme por defenderle, pero no lo hice ni por él ni por Catalunya, eso me es indiferente, sino porque tengo principios.—
¿Y después ha hablado con Jiménez Losantos?
— ¡No, por favor! Yo fuí expulsado de allí como un demonio maligno. Es curioso que yo, que soy uno de los pocos intelectuales católicos, no pueda hablar en esa emisora y sí lo pueden hacer agnósticos y personas con carnet de matacuras.—
¿Siente que no encaja?.
— Pero lo único raro que yo tengo es que mantengo unos principios hasta el final, mientras que otros se acomodan y se aburguesan. Yo puedo estar equivocado, pero soy un testigo histórico.—
¿Un luchador?
— Hay muchas formas de luchar. Gandhi lo hacía de una forma y otros lo hacen de otra. Yo creo que el revolucionario es quien da la vida por los demás y no quien se la quita.—
Los obreros actuales son inmigrantes y no hay conciencia de clase, ¿verdad?
— Antes, la clase trabajadora daba la cara, pero los obreros de hoy en día quieren integrarse y aspiran a bañarse en la misma bañera que el gobernador civil de turno.—
Si mira hacia el futuro, ¿qué ve?
— Sinceramente, no lo sé. Si intentara adivinar el futuro puede que no me moviera de la cama. Pese a mis limitaciones, me gusta trabajar a diario y el resto ya se verá...
Diego Aránega
Extraido de: La Mañana de Lleida.